sábado, septiembre 30, 2006

La sopa de piedras

Hace muchos, muchos años en un lejano país hubo una guerra terrible. Cuando está guerra se terminó, un joven soldado se dirigía a su casa. Pero su pueblo estaba muy lejos y llevaba dos días sin comer.
Vió un pequeño pueblo y fue casa por casa pidiendo algo que llevarse a la boca, pero todas las puertas se le cerraban alegando que no tenían nada.
El soldado vió entonces a los niños del pueblo que jugaban en la plaza, y al ver unas piedras comenzó a lavarlas en la fuente.
Los niños le preguntaron:
-¿Que haces lavando esas piedras?
-Me dispongo a preparar una deliciosa sopa de piedras.
Los niños empezaron a burlarse de el, pero el les dijo que si traían una cacerola podrían probar la deliciosa sopa.
El soldado confíaba en la curiosidad que sentían los niños y no se sintió defraudado cuando apareció un niño con una gran olla y un cucharón, otro tajo leña.
El soldado hizo fuego, llenó la cacerola de agua y metió tres piedras dentro, al rato probó la sopa y dijo, "Esta sopa esta sosa si alguien trajese una pizca de sal". Y un niño apareció con un buen puñado de sal.
Siguió removiendo el soldado y comentaba: Asi estaría bién, claro que un trozo de tocino le daría mejor sabor, rapidamente otro niño trajo un buen trozo de tocino que se fué a la olla.
Removiendo el soldado recordó a su público que un buen amigo suyo decía que una buena gallina le venía de perlas a la sopa de piedras, y casualmente una niña trajo la gallina, el soldado la desplumó limpió y al puchero la hechó.
Mi tio Jacobo decía que un poco de azafrán y una rama de perejil le daba un gusto exquisito a la sopa de piedras y he aquí que otra niña apareció con el perejil y el azafrán.
La abuela Anacleta decía que unas berzas y zanahorias la hacían saludable, y rapidamente aparecieron las berzas y las zanahorias.
El alcalde de mi pueblo-dijo el soldado- recuerdo que le hechaba chorizo y decía que así salía digna de un rey. Y aparecieron los chorizos, si señor.
Ahora que recuerdo -dijo el soldado- un poquito de jamón y unas habichuelas hacen a la sopa de piedras el manjar más suculento de cuantos se hayan probado. Y dicho esto apareció el jamon y las habichuelas.

El soldado continuó removiendo y probando hasta que la sopa estuvo en su punto. Ahora niños id a por platos y a por vuestros padres que hoy todos vamos a comer sopa de piedras. Todo el pueblo comentó lo deliciosa que estaba la sopa de piedras. Las piedras el soldado volvió a tirarlas dicendo que ya habían perdido el sabor. En el pueblo aprendeiron que cuando todos ayudan se puede hacer una buena sopa de piedras.
El soldado llegó a su casa y abrió una posada y en el menú el palto estrella siempre fue la sopa de piedras y muchas, muchisimas personas la probaron y escucharon del mismisimo creador de la sopa de piedras esta historia, entre ellos el abuelo de la abuela del abuelo de mi bisabuela y, como a mi me lo contaron, ahora yo os lo cuento.
De este cuento solo sé que es un cuento popular europeo, las versiones más antiguas hablan de un fraile que estando de predicación por varios pueblos se quedó sin provisiones. A mi me lo contaron con el soldado, hay versiones en las que en vez de a un pueblo engaña a una vieja avara y a su sirvienta. Pero a mi me gusta más esta versión en la que todo el pueblo come gracias a la solidaridad de los niños y la astucia del soldado